La carrera del Suero, Togo y Balto, ¿acaso una carrera por la fama?

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La carrera mas importante de Seppala

Corría el invierno de 1925 y una epidemia de difteria se estaba propagando entre los niños de Nome, un aislado pueblecito costero en Alaska. La única forma de salvar a los niños era haciendo llegar al pueblo antitoxina. Desgraciadamente esta antitoxina se encontraba en Anchorage, una de las mayores ciudades de Alaska, y una de las más lejanas de Nome.

No se podía hacer llegar la antitoxina por barco, puesto que gran parte del océano estaba congelado (especialmente en la costa) y no se podía hacer llegar por tren puesto que la línea de ferrocarril terminaba en Nenana.

Así pues, se formó un «consejo», simplemente un grupo de personas que organizaron todo el viaje. Decidieron que la única forma de llevar el suero de Nenana a Nome era usando uno de los métodos más antiguos de transporte, que a su vez era el medio más adecuado para aquellas condiciones de frío extremo y paisajes cubiertos de nieve y hielo: perros y mushers.

Leonhard Seppala era un afamado criador de Huskies Siberinos, una de las razas más ligeras y más rápidas para tiro de carga ligera. Había ganado ya varias carreras y eventos famosos con sus perros «tan delgados» en los que nadie confió en un primer momento.

En un principio llamaron a Leonhard Seppala y le pidieron participar, pues su fama era grande como musher, él aceptó. En un primer momento le dijeron a Seppala que él y sus perros harían todo el trayecto, 1348 millas, desde Nenana a Nome, pero los oficiales en Juneau (capital de Alaska) pensaron en un mejor plan: Seppala iría sólo hasta Nulato, un pueblecito a mitad de trayecto, y otro musher recorrería el tramo de Nenana a Nulato, para que todos los perros estuvieran frescos y pudieran correr mejor por más tiempo.

Sin embargo los oficiales en Juneau cambiaron el plan de nuevo, ahora sería un equipo de veinte mushers los que harían todo el trayecto, cubriendo entre 18 y 33 millas cada quien. Desgraciadamente el cambio de planes llegó demasiado tarde y Seppala ya estaba rumbo a Nulato con sus veinte mejores perros (incluyendo a Togo como líder).

Antes de irse, Seppala le dijo a Kaansen que tuviera a su «euipo B» de 12 perros listos por si había cualquier contratiempo, con Fox como líder.

De todas formas Seppala nunca llegó a Nulato, a mtiad de camino se topó con Henry Ivanoff, otro de los mushers, que acababa de salir con el suero de un pueblo cercano llamado Shaktolik. A pesar de que los perros de Ivanoff estaban frescos, ambos hombres sabían que Seppala llegaría más rápido al siguiente punto de la ruta, así que Seppala continuó llevando el suero hasta Golovin, a 91 millas.

Mientras tanto, Kaansen, el ayudante de Seppala, fue requerido como uno de los mushers en la carrera de relevos. Él debería conducir los perros hasta Bluff, a 53 millas de Nome, esperar el suero y llevarlo 33 millas hasta Point Safety, donde Ed Rohn, otro musher, llevaría el suero las últimas 20 millas de sprint hasta Nome.

Kaansen debería utilizar perros de Seppala, por supuesto, y escogió a Balto como líder. Gunnar sabía que Seppala no lo aprobaría, pero él consideró tener tan buen juicio como Leonhard.

Así, el suero le fue entregado a Kaansen en Bluff, desde donde lo llevó a Point Safety, con la mala suerte de que Ed Rohn no estaba listo, porque estaba dormido o porque acababa de levantarse, no se sabe. Lo único cierto es que Kaansen simplemente continuó él con el suero hacia Nome. Seppala estaba convencido de que Kaansen simplemente buscaba la fama.

Cuando la antitoxina llegó a la ciudad en manos de Kaansen, nadie salió a recibirlo, puesto que había llegado a las 5 de la madrugada y no iba a estar la gente esperando una llegada incierta.

Sin embargo, cuando la noticia se extendió por el pueblo, vecinos, padres y medios de comunicación salieron a recibir y felicitar a perros y musher, entregando al equipo todo el mérito de la carrera. El resto de mushers quedaron olvidados.

El gran musher Seppala: La verdadera historia de sus perros Togo y Balto.

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Seppala tenía una forma un tanto curiosa de manejar a sus perros, tenía aquellos que formaban parte del «equipo A» y otros que formaban parte del «equipo B». Los del equipo A eran los mejores perros, aquellos que antes de los 6 meses mostraban talento para tirar de un trineo, mientras los de equipo B eran los «perros menores», sólo usados en emergencias, eran castrados a los 6 meses, Balto fue uno de ellos.

Seppala no confió en Togo en un primer momento, demasiado pequeño. Así que lo vendió a una señora de cuya casa se escapaba constantemente y volvía a la casa de su criador. Devuelto y vendido pro segunda vez, Togo hizo de las suyas de nuevo, regresando junto a su verdadero amo una vez tras otra, hasta que, finalmente, Seppala lo aceptó en sus perreras, de donde se volvía a escapar cada vez que el equipo del musher y los perros salían en trineo. Togo corría junto al equipo y molestaba a los perros, lo cual molestaba mucho a Seppala.

Un día en que el noruego salió a cumplir con un pedido (ayudaba a una empresa de materiales de construcción o algo así.. a cambio de comida para sus perros) dejó a Togo bien atado en una perrera, pero él intentó escapar de nuevo, quedando enganchado de una apta y bastante lastimado. Cuando lo lograron soltar nadie fue capaz de sostenerlo y salió a toda velocidad siguiendo el rastro de Seppala, quien, camino a recoger la carga, vi una figura zorruna a lo lejos: era Togo de nuevo. Harto, el musher decidió poner al perro en un lugar de tiro cerca del trineo, donde lo pudiera tener bien controlado, pero el animal, a la corta edad de 8 meses, lo hacía tan bien, que fue ganando puestos hasta que, al final del día, compartía liderazgo con su padre, quien había sido perro guía por muchos años.

Balto, en la otra mano, había sido castrado por no ser talentoso, por eso no encontramos su línea sanguínea en perros actuales. Él sería recogido por el ayudante de Seppala, Gunnar Kaasen, quién lo describió como un «florecedor tardío». Gunnar ayudaba a Seppala, por lo cual éste le dejaba utilizar equipos de sus perros.

Bacterias, Virus y Enfermedades

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Redactado por Luis Landeo

La “tos de las perreras” o Traqueobronquitis infecciosa es una enfermedad muy frecuente en el otoño e invierno producida por varios agentes infecciosos víricos y bacterianos y muy contagiosa, de ahí su nombre debido a la facilidad con que se propaga en colectividades de perros (perreras, exposiciones, etc.). Está producida principalmente por el virus de la “Parainfluenza”, el “Adenovirus”, y bacterias como la “Bordetella Bronchiseptica”. Es una enfermedad en general benigna, de poca gravedad pero muy insidiosa y “latosa” de eliminar. El síntoma principal es la tos seca, que al propietario produce la impresión de que el perro se ha tragado algo y lo tiene atascado. Puede producir fiebre elevada, vómitos, secreción nasal, etc. Con el oportuno tratamiento suele remitir en unos días pero si no se atiende origina una tos crónica difícil de eliminar. Existen vacunas bastante eficaces que previenen su aparición o como mínimo disminuyen mucho los síntomas en caso de padecerla. Estas vacunas incluyen principalmente al virus de la parainfluenza y suelen formar parte de otras vacunas multivalentes.   

¿Por qué caemos en la tentación de humanizar a nuestra mascota?

¿Por qué humanizamos a las mascotas?

¿Por qué humanizamos a las mascotas?

Vivas solo o no, seas viejo o joven, o tengas una familia grande o chica, la mascota puede convertirse en un integrante más del hogar, e incluso puede llegar a ser el más querido. ¿Porqué? Porque un animal puede reflejar en el ser humano la armonía, la paz y la fidelidad que no siempre saben expresar los hombres y las mujeres.

El ser humano demuestra amor mediante el cariño y un trato especial que suele funcionar en los humanos, pero éste trato en nuestros perros,los desestabiliza.  Queremos que nuestro perrito sepa cuán especial es para nosotros y nos dejamos llevar por nuestro amor incondicional y lo colmamos de atenciones, regalos y caprichos; a veces podremos sentir que no es lo correcto, pero no podemos evitarlo, porque quererlo de ésta forma nos reconforta, nos hace sentir tan bien; entonces, ¿es al perro o a nosotros a quien estamos mimando?.

El cariño va más allá de compartir el hogar: con ellos se edifica una relación estrecha, comunicativa, cotidiana, simbiótica e íntima; y mucho cuidado que también la mascota es propicia para expresar la agresión, el rencor, el coraje y la frustración que puede aparecer dentro de la misma familia y, en un segundo momento, las adquiridas hacia personas cercanas o lejanas importantes para el sujeto dueño de la mascota. La mascota absorbe, sin protestar con palabras, la agresión de sus dueños.

En éste mundo de estrés laboral, en éste caos diario con reglas para todo, el tener que educar a nuestros hijos, con normas de convivencia para un bien en su futuro, resulta muy liberador llegar a casa y encontrarnos a nuestro perrito con esa mirada dulce que nos pide atención y nos dejamos llevar y lo mimamos en exceso, consintiéndole en todo y con productos generalmente innecesarios para él, y esto no es lo que tu perro considera amor. A raíz de ese trato humanizado vienen los problemas de conducta.

Un perro necesita una estructura en su día a día. Hay que educar y enseñar los lìmites para una sana convivencia motivando y reforzando las conductas adecuadas y extinguiendo las no convenientes de forma constante.

Hacer trabajar su cuerpo y mente teniendo en cuenta los instintos propios de su especie; unas cuantas carreras detrás de una pelota hace mucho más feliz a tu perro que el perfume de moda.

El ejercicio diario contigo mejorará la relación de ambos afianzando los lazos de confianza, respeto, y sentirse cuidado y querido.

Escrito por Rocío Carrasco y Antonio Landeo.