Los vermes, más frecuentes son los ascárides (vermes cilíndricos) y las tenias (vermes planos). Se instalan en el intestino, se multiplican y agotan al perro.
Los ascárides, finos y de unos siete o nueve centímetros de longitud, son los más dañinos. La madre sin vermifugar los transmite al feto o al cachorro por la leche. Provocan trastornos muy graves (diarrea, estreñimiento, vómitos) y liberan una sustancia tóxica que puede provocar ataques de epilepsia.
Las tenias son menos peligrosas pero resultan difíciles de exterminar. Sus larvas viven en las pulgas que el perro traga al intentar quitárselas. La tenia llega al estómago y allí se desarrolla. Se puede encontrar segmentos de tenia visibles en las heces del perro.
Existen otras vermes, trichuris vulpis y ancylostoma, que se instalan en el intestino; los estrongilos lo hacen en los pulmones y el corazón, y las filarias en los vasos sanguíneos y el corazón.
Para conocer el tipo de lombriz, hay que llevar al veterinario una muestra de las heces del perro para que la analice. En determinados casos, el veterinario realizará, además un análisis de sangre. Con toda seguridad prescribirá un medicamento que extermina los vermes intestinales: un vermífugo.
Redactado por Luis Landeo
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