Los hombres del paleolítico, nómadas en su mayoría, sin duda se encontraban a menudo con los lobos, depredadores particularmente diestros. Es también bastante probable que los hombres se apropiaran en ocasiones de presas a las que recientemente el lobo había dado muerte. Como serios competidores, hombres y lobos se encontraban en las tierras de caza, ambos adoptaban modalidades de caza en grupo o manada, perseguían las mismas presas y se adaptaban con rapidez al terreno. Sin embargo, las semejanzas entre el lobo y el hombre no quedan ahí: las técnicas de caza condicionaban la socialización y la jerarquía tanto de la comunidad como de la manada, ya que toda actividad en grupo precisa una comunicación elaborada. Cabe pensar que los hombres no mataban sistemáticamente a los lobeznos que encontraban, sino que los criaban, para comerlos posteriormente en períodos de hambruna, para proteger y mantener limpios los campamentos o simplemente a fin de calentarse en las noches frías.
Redactado por Luis Landeo
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