La siguiente nota va para todos los entrenadores de perros ya que el jefe de la manada debe mostrar su autoridad, pero una autoridad justa. No son pocos los que cometen el error de abusar de ella, e incluso llegan a servirse de la brutalidad para conseguir sus fines. En ningún caso se trata de obtener una obediencia servil del bóxer, ni de amedrentarlo hasta convertirlo en un triste objeto.
Obedecer no quiere decir sufrir. La dominación, más que una cuestión de fuerza física, es un asunto superioridad jerárquica. Educación a su perro es, sobre todo, querer comunicar con él y tener la certeza de ser obedecido sin necesidad de ejercer la brutalidad.
Redactado por Luis Landeo
Debe estar conectado para enviar un comentario.