El Hueso


Los huesos constituyen un auténtico placer para el perro. Sin embargo, es absolutamente necesario evitar los de pollo, cordero o conejo, ya que al deshacerse con facilidad, se rompen en astillas puntiagudas que suelen clavarse en la garganta, obstruir el esófago o, peor todavía, perforar las paredes intestinales. Los grandes huesos de buey de vaca son los más aconsejables.

Al roer huesos, se fortalecen las mandíbulas y se evita la formación de sarro en los dientes por efecto de auto limpieza. Sin bien es cierto que los huesos tiene el inconveniente de estreñir al perro, éstos proporcionan a nuestro compañero horas, a veces días, de felicidad. Cuando entierra su botín, está siguiendo el comportamiento ancestral de “guardar reservas para los tiempos difíciles”. Lo recuperara mas adelante cuando pueda saborear su manjar bien manido lejos de miradas envidiosas. Algunos listillos entierran rápidamente el hueso esperando que lleguen otras golosinas similares.

También podemos ofrecerte piel de vacuno, nervios u orejas, es incluso mendrugos de pan seco. El placer de roer por el mismo.

Redactado por Luis Landeo